lunes, 9 de mayo de 2016

Historia antes de dormir

"¿Y alguna historia más?" me dijo la niña mientras sus ojos brillaban como estrellas en un cielo negro.
No sabía que decirle. No tenía ninguna historia, y no se me ocurría una para inventar.
"Por favor, una antes de que me vaya a dormir" me dijo con una sonrisa de oreja a oreja, que me tocó el corazón. No podía dejarla sin una historia antes de soñar.
Asentí.
Comencé a indagar en todos aquellos recuerdos, momentos cortos vividos. Esos en los que el corazón me latió casi al punto de salirse de mi pecho.
Quería contarle algo que le gustara, ella amaba las historias de amor. No de princesas y encantamientos, de gente común y corriente enamorándose. Ya se sabía la historia de sus padres y abuelos de memoria.
Podía ver como en sus ojos de constelaciones titilaba la emoción por escuchar nuevos relatos.

"Bueno, aquí va.
Ella estaba llegando con un vestido plateado, que parecía del espacio. Venía corriendo después de una fiesta, estaba llegando tarde. Vestido y zapatillas, así se encontraba."

"¿Y qué pasó, llegó?", preguntó ansiosa, la pequeña.

"Sí, agitada, con el corazón latiendo, llegó a su destino. Había muchas personas que no conocía, y no sabía donde estaban sus amigos. Saludo a varios, hasta que lo vio a él.
Se sonrieron, y desde ahí supo que algo iba a cambiar en su vida para siempre. Ella no sabía nada de él, pero sin embargo sentía que conocía cada instante de su vida, lo veía en sus ojos de lago calmo y cristalino."

"¿Era linda ella? ¿Y él también era lindo? ¿Se gustaron?", suspiró.

"Ambos eran hermosos, por dentro y por fuera. Combinaban en una acorde perfecto. Eran el eclipse en donde el sol y la luna se juntan un rato a jugar. Se enamoraron, y de ahí fueron inseparables. El amor que los unía jamás se vio en ninguna otra pareja, era único, sincero y real"

Ella quedó extasiada con la historia, sonrió y me abrazó. Le dije buenas noches y le di un beso en la frente. Esperé a que se quedara dormida.
Mientras sus ojitos se cerraban, pensaba en la mentira que había dicho.
El chico y la chica no se enamoraron, ni vivieron felices para siempre. Terminó igual que todas las historias que conozco, crudamente mal.
Comencé a preguntarme si realmente inventar cuentos felices iban a ayudarla, si debía prevenirla de la realidad.

La tapé, con su manta violeta. Ella debe estar soñando con mis mentiras, pero quizás sean felices esos sueños, y acabe descansando mejor.

Ella dibujó una sonrisa con sus mejillas dormida.

Me alivió. Apagué la luz, y las estrellas que brillan en la oscuridad de su cuarto se iluminaron. Me levanté y guiándome por la luz fluorescente encontré la puerta.
Una última mirada, a la paz de sus sueños y me fui.