miércoles, 8 de junio de 2016

Recuerdo

Tengo el don de recordar.
En mi cabeza, por los túneles de la memoria, se hayan cientos de vidas cargadas de recuerdos.
Con el tiempo, supe manejarlo. Las nostalgias venían a mí en forma de visión. Entonces debía sentarme y dejar que tomen mi cuerpo, no podía frenarlas, debían fluir por mi piel.
Estaba en el parque, disfrutando de un día de sol, cuando todo cambió.
Comencé a sentir que mi cuerpo vibraba, mi corazón latía cada vez más fuerte, nunca había sentido con tanta intensidad un recuerdo.
Entonces fue cuando lo vi.
El era un Dios, era dueño de todo el mundo. Vestía una túnica blanca y en su mano tenía un rayo, que iluminaba su alrededor. Yo era una diosa, tenía un vestido verde que se alargaba a cada paso. Los dos caminábamos sobre nubes, en el Olimpo. Cuando estaba a su lado, sentía su calor, pues desprendía energía solar. El era el sol. Se quedó nueve noches a mi lado, y juntos creamos a las bellas musas de Grecia. Pero un día tuvo que marcharse, y me dijo al oído : "Tranquila, volveré y me recordarás."
Sin embargo nunca volvió, y mi divinidad se apagó con él.

Cuando abrí los ojos, estaba tirada en el pasto. Me suele pasar que pierdo la consciencia en las visiones. Me dolía la cabeza, era el primer recuerdo que me tomaba por completo.
En el mismo instante en el que subo la mirada, el sol me lastima los ojos, y en contraluz veo a un joven. Me tiende la mano, y yo confiando plenamente la tomo.
Cuando toqué su piel, sentí una electricidad que me recorrió el cuerpo.
Me levanto, y puedo apreciarlo bien. Su pelo rubio ceniza que bailaba con el viento, sus ojos que eran el agua cristalina de un lago calmo y profundo. Su sonrisa que ocupaba toda su cara. Me sonrojé.
Había algo familiar en él, yo lo conocía de algún lado, sin embargo no podía recordarlo.
Me estremeció pensar que había algo que se estaba escapando de la tela de araña tejida por mi memoria.
El pudo ver en mí esta sensación de incertidumbre, y se acercó más.
Suavemente me susurró con su voz dulce "Te prometí que volvería".
La piel de gallina reinó en mi cuerpo, mis ojos se llenaron de agua oceánica, estaba por recordar todo: era él.
Luego de muchas vidas, había regresado para quedarse conmigo y vivir juntos en estos cuerpos.
Recordé entonces lo que era el amor. Sonreí.