sábado, 14 de noviembre de 2015

Doble

Lavando los platos, exhausta luego de un largo día de actividad física y mental, escuché los pasos.Me di vuelta abruptamente, tuve miedo de encontrarme con algún fantasma o algo similar.
Fue cuando la vi. La chica de pelo corto, ojos verdes y penetrantes me estaban observando durante mi tarea. Mi corazón comenzó a latir fuertemente, y sentí un calor que invadía mi cuerpo. Tenía miedo, sin embargo había algo en ella que trascendía, algo familiar, que ya conocía.

- ¿Quién sos y qué hacés acá? - pregunté con aire de autoridad.
-No se trata de qué hago acá - respondió tranquilamente -. Sino de lo que vos hacés.
- ¿De lo que yo hago? ¿Podés decirme quién sos y porqué estás en mi casa? 
Comenzaba a sentir cómo la sangre corría por mis venas, y mi corazón impaciente pedía a gritos saltar al vacío. 
- Vos me conocés mejor que nadie. Y eso lo sabés. Ahora, pensá; ¿Qué estás haciendo? 
Mi cerebro empezó a recorrer el camino largo laberíntico para descifrar qué era lo que me estaba preguntando. No sabía, o no quería saber. Y sí, me resultaba tan familiar su rostro, su manera de hablar, sin embargo, no podía asociarla a ningún vínculo conocido.
- No sé que estoy haciendo.
- Exacto - dijo señalándome.
Tenía razón, no sabía que estaba haciendo. El momento más indeciso de mi vida, que no sabía que hacer con ningún aspecto de ella. Pero sobre todo, no sabía que hacer conmigo misma.
- No sabés lo que hacés, porque no sabés quien sos y qué querés - continuó -. Mejor dicho, sabés lo que deseas, pero son puras ilusiones.
Y en ese instante sentí como mi pecho se hundía. Touché.
- Te molesta saber que esos sueños jamás se harán realidad - comenzó a acercarse lentamente .- Porque son lo que son; producto de tu cabecita - dijo tocándome el pelo.
- Pero... - titubeé - Yo quiero que se hagan realidad. 
- Pero, pero - dijo imitándome - No se harán, porque nunca fueron realidad. Son nubes de la tormenta que te inunda los sesos.
La miré fijamente, con odio, rabia, y un nudo enmarañado en la garganta que precipitaba las lágrimas que correrían por mis ojos.
- El único camino es aceptar. Aceptarte, aceptarlo. - dijo la chica pausadamente tomándome de la mano.
Mis ojos se abrieron como dos ventanas empujadas por el feroz viento.
- ¿Aceptarlo? - pregunté con lágrimas que comenzaban a recorrer mi cara, como calle desolada en medianoche.
- Sí - dijo francamente - Aceptar que él no te quiere, y no te va a querer. Y vos sí lo querés.
Fue el golpe imaginario más doloroso de mi vida. Sentí como mi estómago se encogía para recibirlo, y cómo se esparcía el dolor por todo mi cuerpo.
- Pero... Quizás el sea diferente... Quizás él...
- ¿Él cambie? - dijo interrumpiéndome.- Ves, lo querés cambiar. Todo gira alrededor de eso, ¿No? - empezó a caminar por la cocina. - No querés aceptar como es, porque es una mierda, y no es nada parecido a lo que te habías imaginado, entonces querés introducirle el chip en esa cabeza quemada que tiene, para crear el novio perfecto. 
Todo mi ser comenzaba a desmoronarse tras cada palabra que ella pronunciaba.
- Él no te quiere. No le importás, ¿Porqué te es tan difícil ver eso? - continuó.
- ¡Porque me gusta! ¡Porque hace mucho tiempo que me gusta! - grité con la voz quebrada por el llanto.
Hubo una pausa en la que ella se quedó mirando cómo se me salían los mocos por la nariz, y cómo la angustia, la desilusión y tristeza reinaban en mi cuerpo. Sabía lo que me estaba pasando, por alguna extraña razón, conectaba conmigo. Era como si ya lo hubiese vivido.
- A mi también me gustaba... Pero luego me di cuenta que no iba a servirme de nada. Ni él, ni una relación, ni nadie. Todo está acá - tocándome la sien. - Está en vos reconocerlo, y luego hacer algo con ello, de lo contrario continuarás sin saber que hacer. Yo intento decírtelo, para que puedas asimiliarlo de alguna manera. Esto no va a cambiar. - dijo alejándose .- Él va a seguir siendo igual, porque es su esencia. Dejalo ir, rompé tu corazón. El tiempo lo cura, yo te doy mi palabra.
Y en un abrir y cerrar de ojos, desapareció de mi cocina.
Sigo pensando en las palabras que me dijo. Parecía haberlo vivido en carne propia hacía un tiempo. Supo lo que es tener el corazón roto, y supo saber cómo es sanarlo con el tiempo. Desearía poder ser como ella, y poder ver las cosas tan fácilmente.