Se siente como una agujeadora perforandome el cerebro. Un dolor agudo y chillante que nace de mis sesos y se vuelve un eco en mi cuerpo. Me sacudo, me duele tanto, me está matando.
La idea de que nunca fuera a pasar me consume, tortura mis entrañas, haciendo que se revuelvan, mis sesos que antes estaban doloridos, ahora más que antes, se desarman de su forma de nuez, para convertirse en un laberinto de órganos.
Realmente me gusta, y por primera vez en mi vida, no sé que hacer. A medida que mi corazón se acelera y desacelera, que mi estómago experimenta todo tipo de molestia, y que mi cabeza comience una cuenta regresiva para explotar, el me mira.
Se siente como si la persona que tanto me gusta y quiero, me estuviese torturando con una lobotomía.
Debo desahogarme, debo salir de este océano profundo y frío de dudas para poder apagar de una buena vez por todas la máquina-crea-ilusiones para poder volver a respirar. La incertidumbre y la impotencia, de no poder hacer nada, de tener que quedarme callada es lo que más arde, que me quema como fuego vivo en el pecho. Tengo un mar tormentoso en mi cabeza, y un incendio en mi corazón. Mi cuerpo se convierte en un caos natural. Las olas estallan, el fuego arrasa. ¿Caos es oportunidad?
Esperando a la luz del destino, que me ilumine en esta oscuridad, para poder ver hacia donde me dirijo, quizás sea muy tarde cuando mis pupilas se contraigan y la luz me muestre que estoy en el borde del acantilado.
Mientras tanto él perfora mi cráneo, haciendo que la sangre-ilusionada corra por mi sien.