Era un señor mayor en silla de ruedas, y una mujer que cuidaba de él, suponiendo que era la esposa. Se paseaban ante mi como fantasmas de viejas epocas, deseosos de que aprendiera una lección. No pude evitar notarlos, y al verlos, una tristeza profunda y cercana me invadió el pecho, como una puntalada. De repente ya no era más yo, sino que era un alma en un cuerpo efímero, que se gasta cada vez más. Me salí de mi misma para convertirme en esa señora que empujaba la silla de ruedas. Al próximo segundo, me descubrí con lágrimas en los ojos y una sensación molesta formando un nudo marinero en mi garganta. Entendí finalmente que yo solamente transitaba esta vida, y que también sería como ellos. Y moriría. Para luego darle espacio a otro, y terminar en una placenta nueva, destinada a otra vida.
Me desquicio la idea de tener que terminar, véase que estos son los problemas de tener una mente que no puede mantenerse rígida, firme, recta, sino que divaga demasiado que puede pasar por miles de emociones en cuestión de minutos. Sólo que en este instante, el miedo me invadía.
Y luego, una luz apareció. "Algo de positivismo, Victoria, es parte del ciclo de la vida" dijo una voz calmante, tierna. Y supe que esa misma situación que tanto me inquietó, era una manera de decir que debo disfrutar la vida cada segundo. Todo pasa porque todo debe pasar, y es perfecto. Me sentía una naranja mecánica, a punto de ser exprimida por los largos y misteriosos años que me deparan, por todas las experiencias que me esperan, listas para ser almacenadas como recuerdos quizás memorables, quizás olvidables. Queda mucho por vivir en este plano, y mucho por aprender, sobre estas almas que caminan en forma de humano sobre el universo en forma de Tierra. Soy una más, y a la vez soy muy diferente. Todos somos uno, uno es todo.
De sentimientos transformados en ficciones, de historias que nacen de las estrellas para ser plasmadas en letras, de amores imposibles y sueños infinitos, de amores concretados y fantasías deseadas. De lunas, soles y galaxias, aquí escribo lo que me pasa. Formas de expresar para vaciar una cabeza revuelta y llena de olas, provenientes de los mares de los pensamientos y emociones.