viernes, 7 de marzo de 2014

Estrella fugaz

En un viaje hacia tierras desconocidas, pero quizás familiares, debido a su estructura edilicia, tan conocida para mí (ya que vivo en una de las ciudades más grandes y urbanas). Estas construcciones rasgan el cielo, y enferman el paisaje con a su color grisáceo, síntoma de la fiebre del asfalto duro y liso. Dentro de este paisaje mezclado de salvajismo pintado con cemento y nuevos caminos, lo vi.
Yendo sentada en una silla andante, que en realidad era parte de un monstruo Máquina compuesto de ruedas, una máquina para boletos,  otras 47 sillas más, un chofer y mi madre sentada a mi lado, me encontraba mirando por la ventanilla y descubriendo calles que nunca antes había visto, cuando de repente en una parada vi una silueta fugaz, un rostro angelical que irradiaba belleza, como un arcoiris brillante en el medio de la gris tormenta, él era una armoniosa persona y a lo que denominaría más tarde el amor más fugaz y puro que había sentido en mi vida. Sí, era amor a primera vista. Claro que esto recien lo pensaría unos cuantos minutos despues de que este ángel desapareciera de mis ojos bendecidos. Mientras pude observarlo, me quede atónita, sin palabras, mis ojos no podían quitarse de su sonrisa, no podía dejar de ver tan bella escena.
El colectivo, forzándome a continuar mi viaje, me alejó de el chico soñado y me llevó a más tierras desconocidas. Pero continué pensando en él; de donde provenía, que hacía allí, si venía de jugar a fútbol (llevaba una camisa de un club), si vivia cerca, o lejos, si tenía novia, si le gustaban las mujeres, cual era su pasatiempo, en fin, millones de pensamientos caían como aludes en mi cabeza, arrastrándola a un trance durante el resto del viaje.
Era algo que no olvidaría jamás: algo tan repentino, corto, etéreo, y tan profundo, conmovedor y dulce. Era como una estrella fugaz en el medio de otro millón de estrellas, en un cielo oscuro. Esa estrella debía ver esa misma tarde, era él.