El Sol en su mayor resplandor. Reluciente como ninguno, desde el momento en que lo vi. Forma parte de la constelación universal más perfecta, y a la vez tan natural, la más interesante del cielo.
Lo veo tan lejano, tan inalcanzable. Al fin y al cabo, yo estoy en la tierra y el en el cielo. El ya ha viajado millones de años luz, y yo recién comienzo el viaje.
Cómo me gustaría poder tomarlo en mis manos, absorver su luz, abrazarlo y decirle cuanto me gusta. Deseo que deposite sus rayos solares en mí, que me llene de energía vibrante y una vez hecho esto, que me ame secretamente.
Ellos lo escribieron, el amor debía pertenecer a una historia ficticia, el Sol y una chica juntos. Después de todo, cómo podría compararse a una simple joven con el magnífico Sol. Pero yo, nunca acaté las reglas, y sin embargo, dejé que mi corazón siguiera en la obra, interpretando un drama del cual sería difícil salir.
Sigo mirando el cielo, y él continúa allí. Es tan grande, irradia felicidad. Me gusta. Podría quedarme mirandolo por siglos, hasta quedarme completamente ciega. No me importa, solo quiero verlo. Es tan lindo, y tan glorioso, quisiera tenerlo al lado mío y decirle cuanto me gusta.