jueves, 20 de febrero de 2014

Vuelta en tren

-¿Te molesta si marco las páginas?
Él había interrumpido el flujo del río invisible y étereo, que contenía pensamientos soñadores, que nacían de mi cabeza.
-No, para nada, es más, vas a encontrar páginas marcadas que tiene frases que están buenas.
Y él continuó con su lectura, y yo volví al mundo de ensueños.
Lo veía a él, y el veía el libro, y volvía a mirar una situación encantadora. Estaba en la más absoluta paz real, pues había estado viviendo en El Reino del No Sueño y ahora me encontraba enredada en esta fantasía (que deseo con todo mi corazón que se haga realidad).
El tiempo no pasaba, y a mí me fascinaba eso. Estaba colgada de un hilo muy fino color sueño, y estaba firmemente agarrada de él. El sólo mirarlo leer, era hermoso. No sé si realmente era tan increíble, solo que en ese momento, y en mi cabeza era un sueño del cual no quería despertarme. Quizás lo estoy exagerando demasiado, pero así de lindo se veía en mis pensamientos.
Puede ser que sea un sentimiento egoísta, ya que no sólo me gustaba él, sino me gustaba la tranquilidad que  me transmitía, y yo me sentía muy bien. No hacían falta palabras, ni gestos, ni ninguna clase de demostración de la presencia mía o de él. Estábamos los dos ahí, conscientes de la existencia del otro, pero al mismo tiempo cada uno conectado con su alma y en el más profundo sueño.
Sabía que no iba a hacerse realidad como yo pensaba, mi tan soñada fantasía, (que de hecho sucedió todo lo contrario a eso, apartándome de él, y estando obligada a comprar un ticket de regreso y tomarme el tren para regresar a El Reino del No Sueño).
Pero era tan tranquilo, pacífico, liviano ese momento. Sentía como mi estómago flotaba en el aire, y mis ojos que comenzaban a volar, intentaban aferrarse a él, posándose en sus ojos cargados de sentimientos callados y aguas calmas. Él es como un lago transparente, uno muy profundo y que a medida que te sumergís, la luz ya no llega, y de repente te encontrás desconcertada, en el medio de la oscuridad, sin saber cómo seguir nadando, pero  en el fondo vas a encontrar el tesoro que tanto soñaste.
Lastimosamente, llegó el momento en que tuve que soltar mi globo de pensamientos y volver a la realidad en donde el tiempo es el rey y las esperanzas son esclavas.
Y yo, ahora me encuentro viajando en este tren, pensando en todo lo que sucedió tiempo atrás, atada con éstas esperanzas. Respiro, miro por la ventana y observo el paisaje, cómo se va tornando gris, ya no hay más árboles, los arcoiris que se encontraban 100 kilómetros atrás ya no están, la luna y el sol, separados por un cielo lluvioso. Ahora me encuentro encajonada dentro de una ciudad gris y en continuo desastre. Me bajé del tren, y caminé hasta mi casa, viendo todo tipo de violencia gris, en la Ciudad del Humo. Abrí la puerta, subí las escaleras, saludé a mi madre como de costumbre, y aquí me encuentro, escribiendo esto.

Abstraerme en ese lago profundo y calmo, pensar en colores celestes, azules, violetas, y dejar de existir, acá, en la Ciudad Gris.