Puede que esto que lean, sea diferente a el resto del blog
Pero a veces hay que cambiar un poco no?
Dedicado a William Burroughs, uno de mis autores favoritos, que me influenció mucho.
DESPUÉS DEL SÍNCOPE.
Laura comenzó a sentirse mal, enfermizamente mal. Se apartó, todas las miradas, como flechas
disparadas por millones de indios enojados, cayeron en ella, hiriéndola y
haciendo que sangre invisible brote de ella. Las luces que alumbraban su visión comenzaron
a apagarse, titilando lentamente. Se sentó, sintió que se desvanecía y por un momento
olvidó.
Sentada en la calesita, en un caballito con ojos celestes
saltones, mejillas rojísimas como dos culo-mandriles, blanco mezclado con
vejez, dando por resultado un caballito bastante particular y bizarro, un animal
maderita horrible y dañado. Laura, que ya no era más Laura, sino una niña con
un vestido lila y con el pelo corto, estaba firmemente agarrada del caballo,
como si estuviera galopando a una velocidad de miles de años luz. Tenía la
mirada pérdida pero firme, fija en algún punto invisible que el espectador
nunca podría entender. Creía que estaba
a punto de comenzar la guerra, que estaba planeada hace muchos años, desde que
el primer hombre habitó en la tierra, cuando el miedo a lo desconocido
resucitó, ese día fue dictada la guerra. La niña-Lila sabía lo que se
avecinaba.
Las luces se apagan, el telón cierra.
Golpe en la cara, como si todos los asteroides que se
dirigían sin dirección en el espacio, hubieran sido llamados por Laura, y con
la mayor rapidez y furia se estrellaron contra la cara de ella. No pudo
recordar el dolor, hasta no sino, ocho horas después. Pensó que estaba soñando,
y en su sueño había una princesa, color nube-pálida-transparente con un fondo rojo.
Más tarde volvería a acordarse del sueño
entero. Se levantó, y los ojos seguían posados en ella.
-¡Estoy bien!
Las millones de miradas-flechas se desvanecieron, y quedó
ella sola en la oscuridad.
Sabía que no lo estaba, pues eso se vería más tarde, pero no tan después,
cuando en una cuestión de segundos, volvió a desvanecerse, pero esta vez no cayó,
se elevó más que nunca.
Una joven damita pálida casi transparente con una corona de
plata, y un vestido hecho de cien nubes, que cuando ella se enojaba, se
tornaban grises oscuras y se colmaban de electricidad. Esta princesa, se
hallaba sentada en un trono construido de palabras, y recuerdos. Ella era la
responsable de todo.
-Yo soy la princesa Pensamiento, producto de padres-reyes
Cerebro, y de abuelos Átomo. Yo controlo lo que se pasa por tu mente, soy la
encargada de torturarte con tus recuerdos que deseas olvidar con todo tu ser, de los pensamientos sexuales que se cruzan en
tu mente “sin razón” (sí que eres una pequeña pervertida, linda) y hasta de tus
ideas más geniales y brillantes. Me causas repugnancia, escupiría sobre tí tantas veces. Yo soy Dios, tu eres mi perra, tú
haces lo que yo quiero, YO MANDO AQUÍ , ¿ESCUCHASTE PUTA ASQUEROSA?
Y fue en ese entonces cuando el vestido nebuloso, se
convirtió en carbón electrizado, y soltó una carcajada que ilumino todo el
salón en un relámpago. Sus ojos estaban completamente blancos e iluminados por
rayos. Comienza a subir, y poco a poco, se convierte en el cielo sobre su
cabeza.
Llueve, y todo comienza a borronearse, y se destiñe el
cuadro.
Laura despierta. Por un momento recuerda.