Todos los ángulos posibles, en esta geometría sagrada, anuncian que no queremos los mismo.
El puente que permite que yo cruce hacia vos, está cerrado. Y no hay ningún ser mitológico que lo cuide, por lo tanto no hay adivinanzas que resolver.
Simple y claro te encuentro. No hace falta que divagues con excusas. No queremos lo mismo.
Vos, un tren asiático que viaja a miles de kilómetros por hora. Yo, reposo en el oasis del desierto más caluroso y helado a la vez.
Tan sólo si quisiéramos lo mismo, podríamos alcanzar la luna. Si tan sólo me quisieras, de la misma manera que yo te quiero a vos.
Sos el lobo solitario que aúlla en la noche negra, el viento convierte tus notas agudas en melodía para mis oídos.
No puedo contenerlo, sos el río que hace que me hace ir corriente. Fluye, todo fluye. Pero no puedo parar.
Tus cuentos ni sueños no me tendrán como protagonista, pero existo igual.
Desde atrás del telón, observo tus pasos sobre el escenario. Te movés de una manera tan bella.
Y sueño, sueño con el día en que compartamos sentimientos, nos paremos sobre la misma plataforma, tomemos nuestras valijas repletas de pensamientos y recuerdos, y nos subamos al mismo tren.
Careciendo de gravedad, todo flota. Siento náuseas, me elevo cada vez más, estoy tan libre que comienzo a odiarlo. Pero es todo lo que vos buscás y querés.
"Quiero ser tuya" repite constantemente mi cerebro. Sacudo la cabeza para dispersar estos pensamientos en forma de colores que se pasean por mis neuronas.
Paciencia.
Paciencia es todo lo que marca el reloj. Paciencia es el consejo divino. Paciencia es lo que tengo que tener para no enloquecer.
Sos todo lo que está bien, y sos todo lo que está mal.