Julieta lo siente a Romeo, piensa en el instante en que sus miradas y sus destinos se cruzaron. Parecerían ser el uno para el otro, lástima sus diferencias: Que ella es Capuleto y Romeo es Montesco.
Ella parece un ángel desde aquel balcón, el la contempla en silencio, como una magnífica obra de arte, le parece como si por un segundo, Julieta, es verdaderamente un ser celestial con alas. Los ojos de Romeo, tan grandes como la luna, observan cuidadosamente aquella belleza. Hoy se vieron por primera vez, y para Romeo, todos sus problemas son insignificantes al lado de semejante dama. Julieta apenas es una adolescente, pero pareciera que sus ojos guardan secretos y misterios más viejos que su propia edad.
Julieta lo nombra. Él se regocija en su dulce voz, cual canto de gorrión. Las chispas le surgen del corazón, sin querer, tropieza. Romeo ha quedado al descubierto, los ojos de Julieta se tornan cálidos y sorprendidos.
El amor. El amor que se tienen estos dos jóvenes es inigualable, se aman, se miran a los ojos, se sienten, se besan.
Ella es Julieta Capuleto, y el es Romeo Montesco, sus familias se odian, ellos se aman. ¿Quién diría que el amor es más fuerte que el odio? ¿Quién diría que Julieto y Romeo se enamorarían?
Aunque su destino, les haya fallado, ellos, juntos, se amarán por siempre.